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¡Por Candem con mamá!

Si el famoso mercado de Candem es divertido para gente joven, visitarlo con tus padres ¡puede ser otro nivel! Le dije a mi madre que visitaríamos uno de los mercados callejeros más variados y extravagantes de todo Londres, vino encantada.


Ya, al llegar, las escaleras del metro para salir a la calle en la estación de Candem Town le parecieron surrealistas, por lo largas y por la gente que subía.

- ¡Por Dios, qué carnaval! Pero estas escaleras... ¿dónde van, hasta el cielo?

- Que no, mamá, ¡qué exagerada...!

- Ya... no estarían tan concurridas.

Mamá quería ver el mercado de las pulgas. Ya le expliqué que el nombre era debido a lo pequeñito que eran los puestos y callejuelas.


Famoso por su imagen cosmopolita, los productos que se venden en los puestos incluyen artesanías, ropa, baratijas y comida rápida. Es una de las atracciones turísticas más populares de Londres, atrayendo a aproximadamente a 250.000 personas cada semana. Cuando está en su apogeo es normalmente durante los fines de semana. Nosotras fuimos temprano un día lluvioso de entre semana, a primera hora, y aún no había mucha gente.

gente.


Cruzando la calle mi madre, vio el nombre de un bar que le hizo mucha gracia “Bar Gansa”.

-¡Mira que simpático el bar!¡Y españoles!! Vamos a hacerles gasto que necesito ir al baño.

Sabía bien que, aunque Londres está dotado de baños públicos, éstos son mayormente de pago y, según ella, “ya que hay que pagar pues mejor refrescarnos con una cervecita, ¿no?”.

Su sorpresa vino cuando entró diciendo un feliz “¡Buenos días!” y la camarera polaca le contestó con un sonriente “Hi, sorry, no Spanish!”.


Cuando salimos, el mercado empezaba a animarse. Caminamos por la calle principal, Candem High Street, donde la decoración de las distintas fachadas de los comercios no paraba de sorprenderla.


-¡Mira, hija, un Dragón!




Llegando al Regent´s Canal, en medio del mercado, le expliqué que veríamos la exclusa, donde las barcas de canal pasan de un nivel de agua a otro. 



El canal tiene más de 200 años de antigüedad, atraviesa Londres de Este a Oeste. Se construyó para que las mercancías que llegaban de todas partes del mundo en barcos al río Támesis, se transportaran luego en barcas de canal, más estrechas, que las llevaban desde Londres al interior del país.... y viceversa. Cuando aparecieron los trenes, más rápidos que los canales, el transporte por canal pasó a la historia, pero los canales quedaron. Hoy en día se pueden hacer bonitas travesías en esas barcas por el canal del Regente y por toda la red de canales que aún existe en el país.


Pero hablaba sola. Mi madre se había parado un poco antes del puente y hablaba con unos rastafaris jamaicanos que, con un gran aparato de música al hombro, estaban escuchando a Bob Marley.

- ¡Antoooniaaaa, me llamo Antonia! –escuché que les decía.

- Mamá, ¿qué pasa?

- ¡Ay!, perdona hija, que me paré a escuchar... qué majos los chicos esos, oye… ¡y les gusta la música de mis tiempos! Pero me decían... Mari Juana, Mari Juana... por eso les aclaraba que no, que me llamo Antonia.

En su cara apareció una pícara sonrisilla ladeada que me hizo cavilar.


Pasando el puente sobre el canal llegamos al edificio del Candem Market Hall, donde se encontraba el antiguo mercado de abastos de Candem que, durante los años 70, pasó de vender comida a vender.... ¡de todo!, principalmente artesanía.




El peculiar edificio, con sus arcos de hierro decorados, se construyó en los años 90, imitando la arquitectura victoriana.


El mercado ya estaba animado y por sus callejuelas llenas gente fuimos paseando y escuchando a los visitantes que, como nosotras, disfrutaban de los variados y coloridos puestos.

-Hija, si cierro los ojos y solo escucho hablar a la gente, diría que estoy en cualquier parte del mundo menos aquí... ¡No se escucha a nadie hablar en inglés!

Y es verdad, el 90% de los visitantes del mercado somos extranjeros




Nos dirigimos hacia los establos. Allí, los antiguos boxes o cubículos donde estuvieron los caballos, están ahora convertidos en pequeños puestos donde encontramos de todo, ropa y objetos de segunda mano, espejos artesanos, cuadros, marcos o cuberterías antiguas.

-¡Mira, una tetera como la de la abuela y la jarrita de la leche a juego! ¡Hay que comprarla para tener todo el juego!



Esos puestos estaban cerrados por no ser fin de semana, lo cual nos ahorró muuuuchos gastos.

Hasta 1960 los casi 500 caballos que trabajaban durísimamente en el canal y en el transporte de mercancías tenían allí un hospital y centro de recuperación para los animales.


Hoy todas esas estancias y diferentes edificios forman parte del mercado, aunque cada zona tenga diferente apariencia y nombre.

Saliendo de los establos por sus túneles llegamos a la tienda cibernética Ciberdog.


-¡Hija, en pocos metros saltamos del pasado al futuro!




Aquí hay ropa de moda para los más vanguardistas, con la música electrónica a todo volumen, tejidos fosforescentes y gogós bailando los findes. Mi madre no podía dejar de entrar


- Escaleras mecánicas para bajar a la tienda. ¿Es que vamos al infierno o qué? Pues que lástima que no dejen hacer fotos, sobre todo en la zona de solo adultos. ¡A mis amigas les da un pasmo si ven todo esto!

- ¡Anda! ¿Y para eso quieres las fotos? ¿Para que les dé un pasmo a tus amigas?

- Bueno, hija, pues sí, que hay que espabilar, y también para mí, ¡que mi imaginación sola no llega tan lejos! ¡Pero mira esto! ¡Y a mí que en el cole me decían que estas cosas eran trastos del demonio! Pues el diablo acabó abriendo una tienda, mira tú.


Salimos a la luz y nos sentamos con la intención de comer algo en una de las muchas mesas, junto a los puestos de comida. Forman como una plaza de mesas grandes con bancos corridos, para compartir con más gente si es necesario. Hay puestos de comida de todo el mundo, muchos asiáticos, caribeños, alemanes... y olores mezclados de especias de todo tipo bañan el aire.

-Mira que hay comidas raras, ¿eh? A mi cógeme una ración de esos que parecen fideos, con esa carne que tiene salsa. ¿Y qué carne es? Da igual, con tal de que me lo den hecho me va a saber de maravilla.


Pasando la plaza de las mesas se encuentra la estatua de Amy Winehouse, la cantante fallecida residente en el barrio, a la que se le quiso rendir homenaje con la escultura.


-¡Ay, sí, ya sé quién es! La cantante ésa famosa ¿verdad? Tengo entendido que ella sí que vivió la vida a tope, ¿no? No me extraña, viviendo en este barrio... ¡cómo para aburrirse! Por cierto, vamos a entrar en otro bar que necesito ir al baño.


¡Lo pasamos estupendamente! Candem me mostró que tiene de todo y para todos, ¡no importa la edad! Mi madre disfrutó de lo lindo, alguna foto prohibida se llevó para escandalizar a sus amigas. Yo también disfruté viéndola y aprendí cosas de ella que no sabía, como que le gusta más la comida si no tiene que cocinarla o que le gustan los jamaicanos ¡y la música de Bob Marley



Montserrat Rodriguez

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